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Los movimientos de liberación nacional de los años sesenta y setenta marcaron un punto de inflexión en la descolonización del internacionalismo. En un momento en que el marxismo-leninismo hegemónico estaba cada vez más supeditado a los intereses geopolíticos de la Unión Soviética, estos movimientos del Sur rompieron con Moscú y adoptaron una visión del internacionalismo más descentralizada, descolonizada y arraigada en el contexto. Al crear espacios sin precedentes de autonomía política e imaginación revolucionaria, han reconfigurado la gramática misma de la lucha mundial. Sin embargo, este momento de liberación nacional resultó trágicamente efímero. Este artículo examina esta coyuntura, su potencial no realizado y sus trayectorias (en particular el giro cultural de la izquierda en contextos como el de Irán), su desvinculación de las luchas regionales y de su propia herencia emancipadora.