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La autora explora un enfoque de investigación basado en la práctica clínica psicoanalítica y arraigado en la interdisciplinariedad. A partir de situaciones clínicas concretas, pone de relieve las tensiones entre los avances tecnológicos y la subjetividad. Su trabajo cuestiona las mutaciones antropológicas contemporáneas, especialmente a través de las adicciones y del cuerpo aumentado o reparado, subrayando el papel esencial del psicoanálisis para pensar los efectos psíquicos del transhumanismo y de las normas actuales. Apoyándose en una escucha clínica rigurosa y en un ir y venir constante entre experiencia y conceptualización, la autora afirma la necesidad de un saber arraigado, móvil y resistente a las generalizaciones normativas. El psicoanálisis aparece así no como una disciplina rígida, sino como una brújula crítica para pensar las fracturas del sujeto contemporáneo.