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Este artículo analiza la movilización de un grupo profesional predominantemente femenino, las figurinistas de cine (y los raros figurinistas) en Francia, que pretenden utilizar la acción sindical con el fin de remodelar un convenio colectivo considerado desfavorable. La reivindicación procede de un puñado de figurinistas con mayor reputación del sector, apoyadas por el sindicato profesional mayoritario. Reclaman que su trabajo se valore igual que aquellos, más masculinizados, relacionados con la escenografía. Esta reivindicación se planteó a los representantes de los productores cinematográficos durante las sesiones de negociación colectiva celebradas en el sector entre 2014 y 2016. Sin embargo, estas negociaciones, que se enmarcaron en el léxico del convenio colectivo vigente y tuvieron lugar en un ámbito confinado, no tuvieron en cuenta el género a la hora de posibilitar la revalorización de los puestos de trabajo. Esta inercia nos lleva, en última instancia, a cuestionar las condiciones en las que se puede cuestionar una jerarquía salarial sexista a través de una negociación institucionalizada.