Investigación, ciencia y conocimiento: Cuestiones éticas y democráticas
Type de matériel :
TexteLangue : français Détails de publication : 2025.
Ressources en ligne : Abrégé : Si hay un campo que ha experimentado cambios significativos en los últimos cincuenta años, ese es sin duda el de la ciencia y la tecnología, y sobre todo sus aplicaciones. Vivir en 2025 no tiene absolutamente nada que ver con lo que era vivir en 1975; esto parecerá obvio para algunos lectores, pero no necesariamente para los más jóvenes. La aceleración del progreso en las tecnologías de la información y la comunicación, los avances en medicina, la secuenciación del genoma, la difusión de la inteligencia artificial y la física, entre otros, han reconfigurado la economía, las interacciones sociales, los equilibrios geopolíticos, etc. Pero detrás de estos avances y de las aplicaciones e innovaciones que han surgido a raíz de ellos, siguen existiendo grandes interrogantes, debates y controversias sobre cómo abordarlos, compartirlos y darles —o no— un lugar en nuestras vidas (y, si es así, ¿qué lugar?). Esta relación entre la ciencia y la sociedad, estas interrogantes éticas con respecto a la investigación científica, han marcado la historia de la revista Futuribles bajo la pluma de autores como Jean-Jacques Salomon, André Lebeau, André-Yves Portnoff, etc. Si bien los temas han cambiado con el tiempo, las preocupaciones siguen siendo igual de importantes en cuanto a la forma de producir el conocimiento científico, difundirlo para que sea accesible a la ciudadanía, someterlo a debate para confrontarlo con las necesidades de la sociedad, los valores que se desean promover y el interés general. Esto es lo que muestra Virginie Courtier-Orgogozo en este artículo, donde explora las cuestiones éticas y democráticas en torno a la investigación y sus actores, la producción y difusión de los conocimientos científicos, y su utilización. Destaca cómo se puede favorecer el intercambio y la pedagogía, pero también los riesgos inherentes al funcionamiento del sistema de investigación y que pueden dar lugar a malos resultados. En el contexto actual de creciente desconfianza de la población hacia la ciencia, de manipulación de la información (incluso en los países líderes en investigación) y de feroz competencia internacional, la perspectiva de desarrollar lo que podría ser una «brújula ética» es más que bienvenida. S.D.
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Si hay un campo que ha experimentado cambios significativos en los últimos cincuenta años, ese es sin duda el de la ciencia y la tecnología, y sobre todo sus aplicaciones. Vivir en 2025 no tiene absolutamente nada que ver con lo que era vivir en 1975; esto parecerá obvio para algunos lectores, pero no necesariamente para los más jóvenes. La aceleración del progreso en las tecnologías de la información y la comunicación, los avances en medicina, la secuenciación del genoma, la difusión de la inteligencia artificial y la física, entre otros, han reconfigurado la economía, las interacciones sociales, los equilibrios geopolíticos, etc. Pero detrás de estos avances y de las aplicaciones e innovaciones que han surgido a raíz de ellos, siguen existiendo grandes interrogantes, debates y controversias sobre cómo abordarlos, compartirlos y darles —o no— un lugar en nuestras vidas (y, si es así, ¿qué lugar?). Esta relación entre la ciencia y la sociedad, estas interrogantes éticas con respecto a la investigación científica, han marcado la historia de la revista Futuribles bajo la pluma de autores como Jean-Jacques Salomon, André Lebeau, André-Yves Portnoff, etc. Si bien los temas han cambiado con el tiempo, las preocupaciones siguen siendo igual de importantes en cuanto a la forma de producir el conocimiento científico, difundirlo para que sea accesible a la ciudadanía, someterlo a debate para confrontarlo con las necesidades de la sociedad, los valores que se desean promover y el interés general. Esto es lo que muestra Virginie Courtier-Orgogozo en este artículo, donde explora las cuestiones éticas y democráticas en torno a la investigación y sus actores, la producción y difusión de los conocimientos científicos, y su utilización. Destaca cómo se puede favorecer el intercambio y la pedagogía, pero también los riesgos inherentes al funcionamiento del sistema de investigación y que pueden dar lugar a malos resultados. En el contexto actual de creciente desconfianza de la población hacia la ciencia, de manipulación de la información (incluso en los países líderes en investigación) y de feroz competencia internacional, la perspectiva de desarrollar lo que podría ser una «brújula ética» es más que bienvenida. S.D.




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