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La guerra es un arte de incertidumbre. Toda operación militar se basa en una parte de incertidumbre, una sutil interacción entre el cálculo racional y la audacia. La historia demuestra que una apuesta puede llevar tanto al éxito como al desastre si se calcula mal. Incluso si la situación táctica lo exige, las condiciones que llevan a arriesgar una apuesta deben ser objeto de una evaluación precisa del riesgo mediante una metodología rigurosa. De modo que la victoria, aunque no esté asegurada, ¡no sea el resultado de un simple azar!