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El artículo propone argumentar a favor de una identificación política contextualista de los componentes del concepto de raza. Se rechaza tanto el enfoque que busca establecer, a partir de nuestras intuiciones ordinarias, un concepto descriptivo mínimo de la raza como el que, procediendo de manera genealógica, sugiere desenterrar los determinantes centrales del concepto de raza bajo las capas de significado que los sucesivos usos del concepto le han conferido. El artículo muestra que el concepto de raza, comprendido como un «concepto esencialmente controvertido» tal como fuera definido por W. B. Gallie, es un concepto normativo: nuestros desacuerdos sobre él no nos permiten concluir que debemos prescindir del concepto, sino que hacen necesario cuestionar el sistema de valores y prácticas políticas que constituyen el paradigma en el que se lo inserta.