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La musicalidad se define como una habilidad fundamental, presente desde el nacimiento, que permite al bebé no solo percibir organizaciones complejas de sonidos y gestos, sino también participar en las propuestas musicales de los adultos. La voz adulta es una fuente natural de musicalidad, impregnada tanto de emoción social como de ritmos y patrones melódicos fácilmente memorizables por los bebés. Las habilidades musicales de los bebés, que se expresan y desarrollan en los primeros meses de vida, están ahora bien documentadas. Los adultos pueden cantar para los bebés y junto con ellos, así como hablar intuitivamente para los bebés y también con ellos. Así, la musicalidad natural podría permitir encuentros musicales entre adultos y bebés, una fuente de placer y conocimiento compartido. También se utiliza para apoyar la creatividad sonora y de lenguaje corporal en los niños pequeños y acompañar la exploración del significado de las palabras. En el segundo año de vida, las canciones inventadas se asocian con las primeras producciones verbales y reflejan, como las frases habladas, un conjunto de reglas musicales aprendidas sin instrucción.