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Acostumbradas al escándalo y a la polémica, las obras de arte no son, sin embargo, históricamente políticas. Este rasgo es tan solo el resultado de un proceso voluntarista de empoderamiento del artista, que, a finales del siglo XIX, se opuso a las concepciones normativas y mayoritarias.- Este replanteamiento permite analizar la polémica artística bajo un enfoque comunicacional, como estrategia de identificación y de posicionamiento, que continúa hasta hoy y que ha adquirido un alcance considerable. Esto se debe a que, por un lado, muchos agentes sociales (entre ellos los políticos y los jueces) se han apoderado de ella y, por otro lado, el desarrollo de los medios de comunicación ha permitido al público en general hacer oír su voz. Incluso si el objetivo sigue siendo imponer a los demás su visión del mundo o sus intereses; incluso si los medios utilizados son masivos e irrevocables y no buscan abrir posibilidades de diálogo; incluso si la modelización de esta comunicación no es más que una acumulación de vectores que nunca se cruzan y cada uno busca generar una violencia simbólica más fuerte que la anterior, la polémica artística sigue siendo un medio inigualable para aumentar el espacio público y hacerlo más democrático.