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El alcance de la obligación de reserva se presta a la interpretación. Sin embargo, deja un espacio que merece ser interpretado generosamente: la ley permite a los militares no limitarse sólo a actuar. El silencio no es de rigor: tanto si corresponde a una tentación interior del soldado como a la de los dirigentes políticos, es conveniente medir su costo, ya que no hay pensamiento libre sin expresión y es necesario conservar la vocación del soldado, así como el vínculo entre el Ejército y la nación. En un contexto estratégico renovado, en el que la guerra del futuro plantea intensos problemas éticos, jurídicos y técnicos, en una sociedad que vuelve a adorarlos como héroes aun sin conocerlos, los militares pueden expresarse con mayor confianza.