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El concepto de psicosis infantil no surgió hasta el siglo XX, en gran parte bajo la influencia de la investigación psicoanalítica. Desgraciadamente, esta investigación dio lugar a un error que obstaculizó seriamente su desarrollo: la culpabilización de los padres del niño en la etiología de la psicosis. La renuncia a tal etiología es una condición para la continuación de los tratamientos psicoanalíticos de las psicosis infantiles. El autor propone un modelo no explicativo, sino comprensivo: la falla temprana y profunda en el trabajo de transformación que lleva de las sensaciones a las representaciones. Partiendo de estas premisas, describe el proceso del tratamiento analítico en cuatro fases, cuyo resultado puede ser la adquisición por parte del niño de la capacidad de transformar sus sensaciones y emociones en representaciones.