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Hoy en día, la lucha contra el paludismo se encuadra en una concepción biomédica de la enfermedad, que se aparta de la concepción holística de la salud planteada en Alma-Ata en 1978. El recurso a trabajadores sanitarios de la comunidad y el uso de pruebas de diagnóstico rápido ilustran este fenómeno. Las instituciones internacionales deben considerar el paludismo como una expresión de la vulnerabilidad social, económica y ambiental, y no como una parasitosis que es preciso eliminar del cuerpo.