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En el desempeño de sus funciones, la asistente familiar lleva a un niño a su casa, día y noche, con el fin de proporcionarle los recursos necesarios para su desarrollo en un entorno seguro y protegido. Junto con toda la gente que vive en su casa, forma una familia de acogida. El propósito de este artículo es mostrar cómo, en ese contexto, el entrelazamiento de las esferas familiar y profesional va configurando gradualmente el acogimiento en el trabajo colectivo. Dos experiencias apoyan el desarrollo: una de los grupos de capacitación y análisis de las prácticas de trabajo con los cuidadores de la familia, la otra de la investigación sobre 45 adolescentes cuidadores. Su encuentro permite poner de relieve la forma en que se ajustan los papeles de los diferentes actores de la asignación, pero también la forma en que el entorno del asistente familiar, además de estar «solamente» involucrado en el encuentro con el niño, participa en el trabajo del hogar de acogida.