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Los Estados del sur y del este del Mediterráneo suelen sufrir análisis reductivos y demasiado binarios. A pesar del deplorable estado de las libertades individuales y colectivas, es imposible subestimar las dinámicas de los movimientos sociales y políticos que se han desarrollado en la región, especialmente desde 2011. Aunque los obstáculos y desafíos son considerables, también brindan esperanza. Por lo tanto, es necesario descifrar las principales apuestas políticas para evaluar mejor las posibles rupturas democráticas que se pueden anticipar.