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Los dispositivos de teleconsulta sobre salud mental que se están desarrollando en internet ofrecen condiciones particulares de interacción que contribuyen a la transformación de las prácticas y relaciones psicoterapéuticas. El marco físico y simbólico de esta relación se ve perturbado, las condiciones de visibilidad y audibilidad mutuas son peores que en un encuentro cara a cara y los profesionales experimentan, de diversas maneras, una sensación de distancia en la relación con el paciente. El nuevo marco psicoterapéutico, debido a una mayor apertura, pero también a las pequeñas disfunciones técnicas que surgen durante las sesiones, hace que las interacciones sean más frágiles, en el sentido de que pueden verse interrumpidas o alteradas más fácilmente que durante las sesiones presenciales en el espacio protegido de la consulta. También se deben realizar esfuerzos sostenidos de atención para captar los diversos elementos de información que aporta el paciente, y que durante las teleconsultas son menos frecuentes. Por último, las intuiciones clínicas se manifiestan de forma diferente y los profesionales dudan más de lo habitual sobre la calidad de su juicio y sus hipótesis diagnósticas, lo que les lleva a formular más preguntas y a dejar menos espacio para el silencio y para su interpretación. Sin embargo, el hecho mismo de que las intuiciones clínicas puedan manifestarse durante las teleconsultas contribuye a establecer una relación empática y, por lo tanto, a la realización de un trabajo psicoterapéutico a distancia.