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Este artículo propone una elaboración clínica de una sesión de grupo terapéutico para chicas adolescentes que tuvo lugar por videoconferencia durante el confinamiento. Las asociaciones de los miembros del grupo, en resonancia con los cambios radicales de su modo de vida, así como del marco terapéutico interrumpido bruscamente durante varios meses y reanudado en el espacio telepresencial, conducen a la aparición de experiencias traumáticas en las que el trauma individual se convierte, durante cierto tiempo, en un trauma colectivo, antes de reintegrar el psiquismo de cada participante como parte constitutiva de su sistema representacional. El efecto terapéutico está asociado a los movimientos intra-intertransferenciales donde el cambio del dispositivo terapéutico y sus modalidades a nivel de la sensorialidad de la experiencia grupal se convierten -quizás- en el fermento de la apertura a la experiencia del trauma.