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Basándose en ciertas especificidades del encuentro con la clínica de traumas extremos (violaciones, agresiones, ataques, torturas, genocidios), se destacan, en primer lugar, los ataques a la simbolización y las particularidades del proceso traumático. Se hace hincapié en el papel del entorno inmediato en su función de simbolización. Sin embargo, hay ciertas condiciones para la reanudación de la ilusión necesaria para el campo de la realidad psíquica. Estas condiciones dependen de la reanudación del apuntalamiento entre la autoconservación y la sexualidad impactado por la efracción traumática y la negación del entorno (en lugar del reconocimiento). La ternura se propone entonces como un vector para este apuntalamiento.