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Los pacientes que acuden a una consulta de dolor crónico traen consigo la esperanza y la petición de alivio de una corporeidad sometida a la alteración de un «accidente» invisible. Una alteración recalcitrante que enfrenta al sujeto con el espesor de una irrepresentabilidad difícil de comunicar y lo expone a un cuerpo que se ha vuelto inestable e incierto. ¿Cómo escuchar entonces el cuerpo dolorido para atravesar la falta de forma ligada al fracaso de las palabras? El cuerpo sustrato se presenta como una modalidad posible para escuchar en la intercorporeidad el desorden somático del sujeto y acompañarlo a través del caos doloroso hacia una reactivación de su narratividad.