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En 1992, Heidi Tinsman destacaba la tendencia de la literatura científica a subestimar el impacto del régimen de género de clases populares sobre la estructuración del “espacio de la domesticidad” (Wulff, 2012) en América Latina. Desde entonces, esta tendencia ha resultado modificada de forma marginal. Este artículo toma como consideración el estudio cualitativo de las trayectorias biográficas de las trabajadoras domésticas bolivianas y peruanas que accedieron a la domesticidad siendo menores de edad. A partir de ello, pretende resaltar las afinidades normativas entre familias dominadas y dominantes en lo relativo a las normas de género, demostrando que la sinergia de ambas contribuye a lacrar el destino de una importante proporción de niñas, migrantes rurales o de la periferia urbana. Esas muchachas están predispuestas a la domesticidad a causa de la pobreza, configurada esta última por el racismo estructural.