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El 15 de abril de 2023, la agitación política que se había apoderado de Sudán desde el derrocamiento del «mariscal» Omar al-Bashir el 11 de abril de 2019 cambió radicalmente cuando las dos principales fuerzas que componían el Gobierno nacional de transición —el ejército regular y la milicia auxiliar del ejército— se sumieron en un enfrentamiento armado directo y a gran escala. Esta guerra «civil» ya ha adquirido una dimensión internacional. Esto afecta a la naturaleza de las actuales guerras «desideologizadas». La estructuración de los acontecimientos reales, incluidos los conflictos, se basa en relaciones de poder en las que tiende a prevalecer la esfera económica privada; a ello se añaden grandes representaciones emocionales (hipernacionalismo interiorizado, religión hipostasiada) y causalidades históricas tanto más poderosas cuanto que son más sentidas que razonadas. La guerra civil sudanesa, como la mayoría de los conflictos contemporáneos, es una perfecta ilustración de ello.