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Este artículo examina las formas en que los investigadores en psicología del trabajo y de las organizaciones llevamos a cabo nuestra investigación. ¿Qué prácticas de investigación desplegamos para satisfacer fines socialmente útiles, es decir, para contribuir a la autonomía y la emancipación de los trabajadores? Perseguir tal objetivo implica vincular las prácticas de investigación al objetivo de la transformación. ¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo podemos tender puentes entre estos dos ámbitos? ¿En qué condiciones y según qué criterios pueden las prácticas de investigación reforzar su utilidad social? En este artículo se discuten las limitaciones del principio de neutralidad axiológica con respecto al objetivo de transformar las situaciones de trabajo —la meta que debe regir la investigación en psicología del trabajo y de las organizaciones—, destacando los criterios (los objetivos perseguidos, la fuente de la «demanda», los vínculos entre conocimiento y acción, la posición del investigador y la gestión del proceso) en torno a los cuales se estructuran las prácticas de investigación. Se examinan las condiciones que permiten que estas prácticas contribuyan realmente al objetivo de la transformación social. Cada uno de estos criterios se considera a través de un análisis crítico para poner de relieve los métodos que pueden utilizarse para contribuir a un cambio socialmente útil: es decir, hacer explícitos los objetivos de la transformación social, garantizar la apropiación del proceso por las partes interesadas sobre el terreno, establecer un apoyo recíproco entre la teoría y la práctica, comprometerse con un proceso de construcción conjunta con las partes interesadas y construir un proceso reflexivo e iterativo. El artículo explora la forma en que la psicología del trabajo y de las organizaciones hace uso de estos enfoques, mostrando la existencia de diferentes representaciones de los investigadores con respecto a los métodos empleados y cómo éstos pueden actuar como motor del cambio organizativo y social. Se hace especial hincapié en el lugar que ocupa el conocimiento, por un lado, y la participación de las partes interesadas, por otro, como posibles catalizadores.