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No se puede reducir la obesidad a una enfermedad somática, ya que eso sería pasar por alto una de sus importantes dimensiones psicopatológicas: la obesidad como forma de anclarse al mundo a través del peso. Este intento de existir a través del cuerpo toma la forma de una experiencia determinada por una lógica de las sensaciones que garantiza, mediante el acto de llenarse, una forma de existir en el mundo, a falta de poder ocupar su lugar a través de la palabra, de la metáfora. Por eso, el instinto de muerte se expresa de manera paradójica en la obesidad: es a la vez una amenaza y un medio de supervivencia para una persona que busca los límites de su cuerpo para encontrar un posible anclaje.