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Etapa decisiva en la construcción del niño, el odio expresa una destructividad que sobrepasa la resistencia inicial a la autonomía. Freud lo ilustra por medio del Fort-Da en el cual el niño ejerce y luego sobrepasa su pulsión de dominio. Por su parte, D. W. Winnicott insiste en el papel crucial de la madre durante esta etapa en la cual el odio se dirige hacia ella. Tanto para Freud como para D. W. Winnicott, el odio se encuentra en el origen del pensamiento: sin odio no hay separación, y sin separación no hay construcción del cuerpo-psiquis.