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Richard Rorty tiene una relación ambigua con la estética. Por una parte, concede un lugar central a la dimensión estética en la propia actividad filosófica, ya que no debe apelar a la argumentación y a la razón, sino a la imaginación y a la creación de nuevos vocabularios; por otra parte, rechaza en nombre del antiesencialismo la idea de la estética como dominio distinto y unificado de la cultura. El artículo explora las tres áreas en las que la dimensión estética ha sido particularmente valorada por Rorty: la noción de interpretación en la filosofía del lenguaje, la autocreación en la ética, y la relación entre la poética y la filosofía social en su análisis de la literatura.