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La «verdad práctica», según Anscombe, no es simplemente la capacidad de actuar, sino la capacidad de actuar bien. Es, como escribió Aristóteles, «la verdad que está de acuerdo con el deseo recto». Anscombe especifica: «La verdad práctica es la verdad producida por una buena deliberación que conduce a una decisión y a una acción, y esto comprende la verdad de la descripción “hacer bien”.» De lo que se trata aquí es de captar el alcance ético de este concepto, que no se ocupa simplemente de la estructura deliberativa de la acción intencional, sino de determinar qué es una buena acción, y más precisamente una buena acción humana: «La verdad práctica es una verdad creada por la acción, en el sentido de que ni las ramas, ni los perros, ni los niños son capaces de actuar.»