18

A lo largo de su vida, Jung tuvo la tentación de ir al otro lado de las cosas, fascinado como estaba por su dimensión eterna, y quedarse allí. La incesante resistencia a comprometerse con la vida en la tierra comenzó cuando, a los diez años, «una incomprensible iniciativa» le hizo tallar un pequeño hombre de madera. Este pequeño objeto de arte, imagen y producto de su genio personal, opuesto a la tentación de unirse a la Eternidad antes de tiempo, contenía el secreto de un destino por cumplir, su parte de eternidad por revelar y realizar en la vida cotidiana. Cada uno de nosotros tiene un genio particular en su interior, ligado a su parte de la eternidad, que espera ser descubierto y revelar el secreto de su composición y de nuestro destino. Una forma de hacerse con este conjunto es entrar regularmente en la convalecencia para escarbar en lo propio, hasta que el alma se exprese.