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A partir de la presentación del caso de una adolescente que se autolesiona, la autora examina el lugar y la función de las prácticas de escarificación mediante el análisis de las entrevistas realizadas en una unidad especializada para adolescentes. Testigos de una lucha contra la omnipresencia del Uno, estos actos violentos que toman el cuerpo propio como objeto son considerados aquí como portadores de un potencial reorganizador que puede abrir caminos creativos hacia un proceso de figuración. Para apoyar su tesis, la autora se basa en una teoría de la relación dual. El objetivo del tratamiento propuesto en esta unidad es apoyar la capacidad de representación en el trabajo, conduciendo al adolescente hacia resultados sublimatorios.