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Este artículo se basará en una experiencia clínica de casi diez años en un psicodrama psicoanalítico individual (ppi) en el que una de sus particularidades es haber acogido a adolescentes autistas. El psicodrama individual difiere en su técnica y objetivos del psicodrama de grupo o en grupo. Sin embargo, no se excluye la dimensión grupal. Por el contrario, está estructurada en múltiples configuraciones. Abordaremos particularmente las modalidades de ser en el grupo de un adolescente con autismo, quien convocó la diferencia, la extrañeza y la alteridad «utilizando» el grupo como contenedor y como contenido, como piel y como órganos, solicitando a los terapeutas en su capacidad de hacer grupo, de ser grupo. La radicalidad de esta experiencia clínica requirió espacios y tiempos específicos de elaboración: un dispositivo de intervisión mensual llamado «elaboraciones cruzadas» y un mecanismo anual tipo seminario. El apoyo en estos grupos de trabajo permitió el delicado planteamiento de la especificidad de la transferencia al ppi con estos adolescentes. En un contexto polémico en torno a la atención de los sujetos con autismo, reflexionaremos sobre la diferencia: su percepción, reconocimiento, acogida y su elaboración en el marco de un sistema de atención diseñado en consecuencia.