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En el caso de derrumbes depresivos muy tempranos, a menudo es muy difícil calificar las experiencias de la caída experimentada por el paciente incluso antes de la constitución de las representaciones de su cuerpo y del espacio. El terapeuta se ve entonces inducido a prestar una atención especial a sus experiencias corporales en la contratransferencia y a proponer figuraciones cercanas a las experiencias sensoriales arcaicas. En este trabajo, los rodeos a través del arte de la danza y de las clínicas de observación del bebé y del autismo pueden resultar fructíferos. Basándose en la experiencia clínica de los talleres de danza ofrecidos a los jóvenes autistas y a sus padres, este artículo evoca la posibilidad de una elaboración de la caída depresiva primaria a través del reencuentro con un placer compartido de una inmersión hacia adelante. De este modo, pone de relieve una etapa discreta del desarrollo del bebé de cuatro a cinco meses que integra la articulación de las partes superior e inferior de su cuerpo experimentando con la inmersión lúdica en el vínculo con el otro.