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Raras son las movilizaciones que involucran a sus participantes hasta el punto de ocupar casi toda su vida cotidiana. Es el caso de los movimientos estudiantiles de 2015-2016 en Brasil, que recurrieron a un modo de acción inédito hasta entonces : la ocupación nocturna y diurna de escuelas por parte de estudiantes de secundaria, transformándolas a un tiempo en lugares de movilización, lugares de vida y lugares de actividades educativas alternativas. La movilización se confundía así con la puesta en marcha de una vida cotidiana colectiva, que había que organizar e inventar desde cero, rompiendo con la rutina escolar para inaugurar una nueva. A partir del material etnográfico recogido durante dos meses de participación en una ocupación, intento explorar de qué está hecha esta vida cotidiana de la ocupación de un centro escolar : cómo se vive y cómo se produce día a día por parte de los ocupantes, en un proceso experimental de organización que intenta combinar las exigencias del buen funcionamiento colectivo y las de la proyección utópica, pues se trata también de dar en adelante a la escuela (y a la sociedad) una existencia tal y como los estudiantes de secundaria querrían que fueran.