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Basándose en su cargo de directora de un CAMSP (centro de acción médico social temprana), la autora examina la lenta aplicación de la ley n.° 2005-102 promulgada el 11 de febrero de 2005 «en favor de la igualdad de derechos y oportunidades, la participación y la ciudadanía de las personas con discapacidad». El concepto de inclusión está consagrado en la ley, la historia de Constant pone de manifiesto los dilemas de reconocer a un niño como «persona pequeña» por ser diferente debido a su discapacidad. En un entorno cambiante, que tiende a la provisión de cuidados para niños pequeños, la autora demuestra la función «instituyente» de la institución como lugar para que el niño se encuentre con adultos que le acojan incondicionalmente por lo que es. «Hacer sociedad descansa en la posibilidad de vincular a los individuos identificados en sus diferencias», dice Janvier (Janvier 2017). El autor muestra que la función de dirección también obliga a invertir en el espacio público para contribuir a este «hacer sociedad». Corresponde a la dirección abrir espacios de deliberación en la esfera pública. El debate contribuye a la reflexión colectiva e invita a confrontar los puntos de vista. La ética, como la inclusión, no puede decretarse, pero ambas se construyen desde una mirada al otro.