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Las nociones de infancia y de normas de cuidado materno difieren según los países, los entornos sociales, las normas y las creencias. No obstante, la teoría del apego descrita por Bowlby puede aplicarse en sociedades relativamente alejadas de las occidentales, siempre que se tenga en cuenta el contexto en el que evolucionan el menor, su madre y las distintas figuras de apego. El contexto social, religioso y económico influye necesariamente en los procesos de apego del menor (y al menor). Sucede lo mismo con la experiencia familiar y las representaciones de los menores, en especial de los llamados «particulares» (menores con enfermedades genéticas o con discapacidad, prematuros, etc.). En algunos casos, el apego puede verse dificultado, o incluso obstaculizado, por el miedo al futuro del menor, que cada sociedad aborda según su propia realidad, sus convicciones y sus posibilidades. Los trabajadores médicos y sociales que trabajan con las familias migrantes se ven obligados a veces a desviarse de sus normas para no malinterpretar ciertas conductas «extrañas» que, lejos de indicar una negación del menor y una incapacidad para responder a sus necesidades, tienden a protegerlo. Aquí, como en otros lugares, las prácticas no demuestran un apego seguro, sino la conducta del niño y la calidad de la relación con la figura materna.