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Las autoras se centran en tres momentos diferentes de la historia de un grupo terapéutico de pacientes delincuentes sexuales. Al mismo tiempo, reflexionan sobre su trabajo de terapia en conjunto. Para sobrevivir a la destructividad psíquica que emana de esta clínica, trabajan su contratransferencia, poniendo a prueba su alteridad. Sus reflexiones se basan también en la introducción de medios (imágenes, fotos) destinados a apoyar la enunciación subjetiva de sus pacientes, pero también en las reuniones de equipo como espacio de transformación psíquica y de creación de vínculos. Este artículo examina los efectos de los intercambios entre los participantes de un mismo grupo, los efectos de la dinámica de trabajo entre dos terapeutas facilitadoras del grupo y, por último, la elaboración llevada a cabo en equipo, entre los diferentes terapeutas individuales y de grupo. El trabajo entre pares moviliza múltiples procesos de diferenciación e individuación. Proyección, conflictividad, alteridad y bisexualidad psíquica se ponen sistemáticamente en tensión en diferentes planos, de forma especular, para reintroducir el juego allí donde las relaciones se resienten.