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Nos centramos en el análisis de las estrategias de gestión del campo religioso implementadas en Egipto por el régimen del mariscal al-Sisi, tras el golpe de estado del verano de 2013 que puso fin al «paréntesis revolucionario» de 2011-2013, marcado por el triunfo electoral de los Hermanos Musulmanes. En efecto, el régimen sigue una doble estrategia: por una parte, en un registro heredado del período de Mubarak, se apoya en los únicos actores islamistas que han apoyado el golpe de estado, la Predicación Salafista y su partido al-Nour, con el fin de hacer de ellos un sustituto legítimo de los Hermanos Musulmanes; por otra parte, en una lógica más «nasseriana», trata de volver a restablecer las instituciones de un islam oficial con pretensiones hegemónicas, para recuperar el control de las mezquitas. Examinamos las motivaciones de los actores religiosos involucrados en estas estrategias, y nos centramos en las tensiones que estas estrategias, y su articulación, generan en el campo político y religioso. Este estudio de caso nos permite reflexionar sobre las mecanismos de legitimación religiosa de los regímenes autoritarios árabes.