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Al final de los años 70, un rico encuentro con Simone de Beauvoir alrededor del “Sexismo ordinario” va a suscitar una vocación. De ahí mi carta emocionada al “Castor” (sobrenombre dado por Sartre a S. de Beauvoir), escritor (sin “a”), periodista, filósofa, enamorada apasionada, comprometida y… feminista sin querer. Tan libre, tan moderna, quien me dijo ese día: “¿Y si usted escribiera un artículo para Les Temps Modernes sobre la revolución feminista en los Estados Unidos de América?” El Segundo Sexo iba a cambiar la vida de las mujeres en el mundo entero, Beauvoir iba a cambiar la mía. Me convertí en periodista.