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El relato permite actualizar, metaforizar y superar una alteración traumatogénica de las experiencias familiares. Su estructura cíclica y su narratividad específica ligada a una movilización manifiesta de lo imaginario le confieren una capacidad de elaboración suficiente para comprometer al sujeto en un desafío identitario correlativo a un soporte intersubjetivo capaz de ofrecerle una apertura simbólica adecuada. El análisis del cuento ruso El pájaro de fuego evidencia las diferentes formas en que el cuento simboliza las transformaciones necesarias para la progresión madurativa individual, más allá de los conflictos familiares encontrados. El autor presenta las tres etapas del dispositivo del grupo-cuento, durante las cuales se ponen en juego los niveles inter y transgeneracionales, así como la resolución de los conflictos familiares, a medida que se desarrolla un procesamiento psíquico grupal.