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À partir de la clínica de una adolescente con trastornos de separación/individuación, se examina la forma en que las dimensiones grupales-familiares son invitadas y acogidas « tal como vienen » en la terapia individual de un psicólogo clínico. En las distintas étapas de esta psicoterapia, se pone de relieve la forma en la que las experiencias no simbolizadas van a resurgir en un lenguaje de registro arcáico. El espacio terapeútico se revela así como el lugar donde se ponen en juego las experiencias traumáticas de origen grupal-familiar, donde la paciente y su familia pueden beneficiar progresivamente de una reelaboración de los vínculos y de una relajación de las posiciones defensivas, a medida que avanza el trabajo de simbolización. Finalmente, la adolescente tras haber encontrado posibilidades de diferenciarse, expresará en terapia, con la ayuda de una mediación-escritura, una narrativa que le permita expresar terrores y fantasías inabordables en el intrafamiliar y construir salidas favorables a las oscilaciones narcísicas paradójicas reactualizadas en su familia.