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La práctica del sexteo (contracción de las palabras «sex» y «texteo») consiste en enviar e intercambiar contenidos sugerentes o sexuales. El sexteo secundario se produce cuando el contenido se produce sin el consentimiento de la persona grabada o fotografíada o se hace pública y se redistribuye ampliamente, dando lugar al ciberacoso. Aunque muchos estudios han examinado esta práctica del sexteo secundario, a menudo se han limitado a describir este fenómeno sin tratar de distinguir sus componentes. Este artículo pretende comprender el origen del fenómeno del sexteo y sus desviaciones, así como los riesgos de la respuesta judicial. El análisis de la literatura sobre el tema ha permitido destacar tres elementos centrales de esta práctica: el entorno virtual y sus características; las características de los autores de sexteo secundario, jóvenes cuya madurez incompleta no les permite captar las consecuencias de sus acciones; las de las víctimas que sexualizan sus intercambios y depositan una gran confianza tanto en su interlocutor como en las herramientas utilizadas para enviar materiales. La combinación de estos tres elementos da lugar a lo que llamamos una mezcla peligrosa, que el poder judicial ha intentado controlar con una serie de medidas que van desde la despenalización hasta el arresto de víctimas y sospechosos.