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Dos textos reunidos en un mismo artículo por los afectos que el trabajo en un marco terapéutico maleable ha despertado en mí. Habla de la pared hermética que parece ensordecer la escucha entre los actores institucionales cuando se trata de personas en dificultad social. Dos idiomas, parece. Dos mundos que ya no parecen poder comunicarse, que se ignoran mutuamente. Confrontación con un sufrimiento impensable que se hace inaudible. Estos escritos dan testimonio de mi cólera y la urgencia de pensar lo humano. Inspirado en el psicoanálisis de grupo y de familia, centro mi escucha en lo que se repite en la historia del sujeto en su encuentro con este siglo.