Cuando el autismo se dibuja
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Théo es autista. El dibujo no es su punto fuerte. Por otro lado, dibujar es complicado, sostener un lápiz es doloroso. Y luego, ¿dibujar el qué? ya que su imaginación es limitada. Sin embargo, con los años, consigue dominar el trazo lo suficiente como para traducir la complejidad de su mundo interior y, sobre todo, para enmarcarlo de manera que nadie pueda modificarlo. El dibujo se convierte en su versión de la realidad y esto no es discutible ya que, a partir de ahora, está ahí, puesto sobre el papel. Los dibujos se convierten, por tanto, en escudos, planos, pasarelas. Y esto es lo que le motiva a progresar, hasta el punto de hacer de ciertos dibujos, recortados y plastificados, sus objetos transicionales.
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