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El espacio social, tanto físico como simbólico, es determinado por la dinámica de los sistemas de relación de un grupo dado. Aplicado a la alimentación, remite a las relaciones de un grupo social con los alimentos a través de sus representaciones y prácticas espacial y temporalmente situadas. A raíz del carácter particularmente normativo de la alimentación y de su relación con lo íntimo, la observación directa constituye un método privilegiado para poner de manifiesto relaciones con el espacio social alimentario que, de otro modo, serían invisibles. Más allá de los límites inherentes al método, nos interesaremos por su uso en un espacio “localizado”, y por el impacto del fenómeno de globalización sobre los marcos espaciales de la investigación.