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¿Por qué en la sección «Señorío y servidumbre» de la Fenomenología del espíritu de Hegel el valor está ausente? ¿Puede realmente la servidumbre limitarse a ser el otro del señorío, trabajando para recuperar su dominio perdido, sin entrar nunca en contradicción con su propia determinación servil, sin tropezar nunca con la inconsistencia de su necesidad? Al facilitar ese valor que falta, Lacan actúa como un daimon: no se trata aquí de cuestionar la manera en que Lacan se apoderó primero del Hegel kojeviano y luego lo descartó, sino de experimentar lo que la elaboración lacaniana de la repetición, la pulsión de muerte, el síntoma y el objeto a le hace a Hegel.