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En la historia del Túnez posrevolucionario, que se caracteriza por la apertura del espacio de lo posible al amparo de la ampliación y la renovación de las prácticas contestatarias de las mujeres, y también de los encuentros improbables en tiempos normales, ha surgido una singular lucha de sindicalistas y obreras en la filial de una multinacional francesa. Al adoptar formas de protesta radicales, las obreras y las sindicalistas han transgredido ostensiblemente las normas de género mediante la movilización. Aunque desplazaran las fronteras del género en las distintas esferas de su vida, el fin de la lucha está marcado por un restablecimiento del orden en el hogar y en la fábrica. Algunas de ellas han visto cómo sus condiciones laborales se deterioraban, mientras que otras se han visto asignadas de nuevo al espacio doméstico y observan cómo se reduce considerablemente la autonomía que tanto les había costado conseguir.