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Mediante dos terrenos de observación participante a largo plazo en Ariège y el Macizo Central (Francia), este artículo analiza las trayectorias de asentamiento de poblaciones neorrurales en el campo francés y las dinámicas de poder a las que se enfrentan. Se documentan las estrategias de legitimación empleadas por los neorrurales para integrarse, específicamente mediante la movilización de un capital social diversificado, la demostración de una ética laboral y el establecimiento de un vínculo con las costumbres del campesinado local. Se demuestra que, a pesar de sus esfuerzos, los neorrurales observados en este estudio se encuentran en una relación de poder desfavorable, cuyos componentes identitarios y económicos se cristalizan cuando surgen eventos conflictivos. Al integrar las interacciones entre «neo», «locales» y propietarios de segundas residencias en el análisis, se matiza la importancia del capital autóctono en la integración a largo plazo de estas poblaciones, pues se muestra cómo intervienen las relaciones de poder basadas en criterios de clase y género en estos asentamientos.