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A pesar de las expectativas, las elecciones presidenciales de octubre de 2020 no parecen haber contribuido a pacificar el país. La muerte del «delfín» del presidente en funciones ha creado una situación sin precedentes y un debate constitucional. El balance económico de Alassane Ouattara le favorece, pero es ambivalente: el crecimiento no ha tenido realmente un impacto social. Además, las heridas de la guerra civil siguen abiertas. A pesar de los intentos de reconciliación, las elecciones no fueron el punto de inflexión que debería haber consolidado la democracia y la paz en Costa de Marfil. Queda mucho trabajo por hacer.