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En Estados Unidos, la utilización de pruebas de ADN para determinar la paternidad en los procedimientos de reagrupación familiar se ha convertido en una necesidad dependiendo de los países de origen de los solicitantes. Si bien estas pruebas no son obligatorias, las autoridades de inmigración las exigen sistemáticamente a los solicitantes de países en los que se sospecha que las partidas de nacimiento son fraudulentas. Una verdad supuestamente absoluta y neutral, la de la biología convertida en técnica de control, se opone de esta manera a las verdades estatales y personales. Apoyándose en una etnografía realizada en un centro de recolección de ADN de Brooklyn, Nueva York, este artículo examina la «genetización» de las técnicas de control de la inmigración y el efecto que tiene en las historias familiares y nacionales.