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Este artículo muestra que, en un contexto de «escasez de camas», que obliga a un rápido alta de los pacientes en hospitales psiquiátricos, el cumplimiento terapéutico por parte de los pacientes se obtiene principalmente mediante un mandato médico. Por el contrario, la atención extrahospitalaria se basa en el uso generalizado de inyecciones de fármacos, es decir, una acción química sobre el cuerpo, mediante el uso de sustancias de acción prolongada, que hacen efecto durante varias semanas. Por último, el uso de la medicación, por encontrarse en la confluencia entre la coacción y el consentimiento, nos permite comprender mejor las reconfiguraciones contemporáneas del poder psiquiátrico, y sus efectos.