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La etnografía implica un esfuerzo emocional —consciente o inconsciente— por parte del o la investigador/a, debido a su prolongada presencia sobre el terreno y a las relaciones forjadas con las y los encuestados. Conseguir aceptación y aprecio depende de prácticas, disposiciones y habilidades, que definen un trabajo emocional sobre el terreno que debe conceptualizarse y objetivarse. A partir de la experiencia de enfrentarse a situaciones de dominación médica en el contexto de la atención al aborto, este artículo pone de relieve los costos de este trabajo, que varían en función de la posición en las distintas relaciones académicas y sociales, y discute sus implicaciones personales, profesionales, éticas y epistemológicas.