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El autor plantea en primer lugar tres aporías de la musicoterapia: la música como medicina, la música como pretexto para interpretaciones psicoanalíticas del compositor y la musicoterapia como algo distinto de la arteterapia. A continuación, da dos ejemplos de indicaciones según la «estrategia de los desvíos»: violencia musical frente a violencia real; y disyunción forma/contenido. Más adelante, relata los experimentos con instrumentos tradicionales: la txalaparta, la chabrette [gaita occitana] y los nuevos instrumentos: los handpan. Por último, destaca la especificidad de la musicoterapia, que capta de forma efímera lo impalpable del inconsciente, o incluso del alma misma.