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El artículo ofrece un análisis panorámico del lugar y el papel de Rusia en Europa, a partir del cambio de paradigma de 1917. Los bolcheviques llaman al mundo entero a seguir su ejemplo revolucionario, invirtiendo de manera provocativa la imagen de una Rusia atrasada y construyendo un tipo de Estado que pretende ser totalmente nuevo, tanto en su organización interna como en sus relaciones internacionales. Los primeros años del régimen soviético reformularon la noción de frontera y crearon una tensión duradera entre dos concepciones del espacio comunista, una continua y otra discontinua. En el contexto del debate que surgió en su momento sobre el doble rasero de la política exterior de la URSS, entre la ideología comunista y los intereses de poder, la segunda parte analiza un nuevo tipo de diplomacia de influencia, basada en particular en las «técnicas de hospitalidad». Por último, la tercera parte esboza la mitografía de los mundos soviético, ruso y revolucionario en Europa.