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La École des Chartes, creada en 1821, ha vinculado parte de su destino, su vocación y su imaginación al culto de la erudición histórica. Durante dos siglos, mediante el cultivo de disciplinas esenciales para la explotación directa de las fuentes históricas, principalmente pero no exclusivamente escritas, la École des Chartes y los cartistas fueron adquiriendo un lugar único en el paisaje de la ciencia histórica francesa. En el último tercio del siglo XIX se confundieron casi por completo con esta, antes de pasar a representar, a menudo injustamente, su expresión más conservadora durante el siglo XX, para recuperar más tarde las posiciones perdidas gracias a los nuevos paradigmas documentales del tercer milenio.